Si bien la crisis económica golpeó al sector inmobiliario argentino con un impacto
de menor demanda también en Punta del Este, la ciudad uruguaya sigue siendo uno de
los sitios que más seducen a los argentinos a la hora de invertir. Son varias las razones
que lo explican. Por un lado, los precios; por otro, la seguridad jurídica y las leyes que
incentivan la apuesta en los ladrillos.
Para Alejandra Covello, directora de Covello Propiedades , existen tres tipos de
compradores en Punta del Este, un primer grupo formado por matrimonios jóvenes, con
hijos de menos de 6 años que van en busca de calidad de vida. «Se van a vivir a un lugar
con mayor seguridad y buena oferta de colegios», cuenta. Valoran el nivel de estos
establecimientos con campos de deporte que promueve una vida social activa, algunos
hasta cuentan con la posibilidad de que los chicos se queden a dormir los fines de
semana si los padres necesitan viajar.

Otro grupo está formado por los profesionales de más de 60 años en adelante, que
buscan desenchufarse y reparten su semana entre la rutina de trabajo en Buenos Aires y
el descanso en Punta. «En momentos de incertidumbre, Punta del Este es un respaldo
de seguridad jurídica y confianza. Además de la seguridad, el orden y la limpieza, se
agrega la infraestructura de servicios con torres con todo tipo de amenities,
restaurantes, shopping, cines, actividad nocturna variada», coincide Daniel Zulamian,
director de Zulamian Desarrollos Inmobiliarios.

Para Covello, ambos grupos ponen el ojo en departamentos con todas las comodidades.
«En Uruguay, un edificio con amenities cuesta un 40 por ciento menos que uno de las
mismas características en Buenos Aires. Por ejemplo, en la torre Aquarela, un
departamento de lujo de cuatro dormitorios cuesta un millón de dólares y en Buenos
Aires, con esa plata comprás la mitad de metros y la mitad de dormitorios», agrega.
Andrés Jafif, alcalde de Punta del Este y director de Santos Dumont Inmobiliaria,
afirma que «el argentino que compra en Punta es muchas veces un consumidor final,
que busca un destino con calidad de vida y de servicios. Es conocedor, y compra si lo
que encuentra está entre un 20 y 30 por ciento abajo del valor del mercado. Punta tiene
hoy unos 16.000 argentinos viviendo todo el año que en un principio alquilaban y luego
que se adaptaron, compraron», señala.

El tercer grupo está formado por los inversores que compran en pozo, con la
tranquilidad de que el boleto se registra, constituyéndose un patrimonio ajeno e
independiente de la empresa constructora. «Se puede transferir y ceder con la misma
normativa que si tuvieras una escritura porque queda registrado en el registro de la
propiedad y además, en Uruguay, ese inmueble se puede prendar», explica Covello.
Comprar en pozo representa una oportunidad porque, en muchos casos, se vende por
debajo del valor del costo de construcción. A este grupo de inversores se suman los que
hacen land banking: compran tierra para empezar a construir cuando se equilibre la
economía.

En Uruguay existe una ley que favorece con desgravación impositiva a quienes invierten
más de US$13 millones para construir. La ley libera de impuestos durante la
construcción pero existen requisitos a cumplir como «que el 80 por ciento de la mano de
obra sea ocupada por uruguayos, que solo se importen materiales que no tengan
competencia en ese mercado y que la obra se termine dentro de los tres años. Juan José
Etcheverrito, titular de Tiburón Desarrollos, también identifica estos incentivos como
un plus tentador. «El Gobierno incluyó a cierto tipo de viviendas residenciales dentro
del régimen de promoción de inversiones. Para poder aplicar a este régimen, se deben
construir muchos metros cuadrados de amenities, es solo para inversiones de
envergadura», aclara. «El gobierno departamental también implementó incentivos en
materia de permisos de construcción, retorno por mayor valor y contribución  inmobiliaria para las unidades terminadas no vendidas. Son incentivos que ayudarán a
la reactivación del sector», explica.
«El mercado uruguayo se reactivó en gran medida gracias a la ley de inversiones que
entró en vigencia hace un año. El sector en la Argentina está ávido de soluciones como
esta», analiza Santiago Tarasido, CEO de Criba, la constructora que junto a Raghsa
desarrolla la tercera torre de Le Parc, ubicada en la Brava. Es una torre residencial de
US$63 millones, 24 pisos y unidades de entre 195 y 435 metros cuadrados en la que el
valor del metro cuadrado arranca en US$3300. Está 70 por ciento vendida. «Esta
temporada con el avance de la obra terminemos de vender las unidades restantes»,
agrega Pablo Kiesel, Gerente Comercial de Raghsa.

Las torres de amenities y servicio de hotel lideran las inversiones. El valor del m2 para
una propiedad de alta gama ronda entre los US$3000 y US$3500 hasta los US$6000,
con el beneficio de que muchos desarrolladores financian en cuotas fijas sin interés en
un plazo que va desde los 36 hasta los 50 meses. «Hay proyectos como el edificio
Altamar, en Punta Ballena, que se está vendiendo a un 40 por ciento menos del precio
de lista del año pasado», cuenta Covello. Es un complejo de cuatro edificios de tres y
cuatro niveles. Otra oportunidad es torre Look Brava, a 100 metros del mar, una torre
de 26 pisos. O Art Tower, con un diseño 360 grados que permite disfrutar de los
atardeceres de playa Mansa y de la Brava. Continúan en construcción Chateaux Fendi,
World Trade Center, Venetian , Palladium, entre otros proyectos más de categoría premium. «Aparte de estos edificios hay desarrollos de hotelería y condo hotel y también
locales comerciales», aclara Jafif. También Surfside 1, desarrollo de Tiburón, que es la
primera de una serie de torres a construirse en la desembocadura de La Barra, con vista
al mar, al arroyo Maldonado y a las sierras. O la propuesta de Zulamian que tiene en
construcción la torre dos de Place Lafayette, que se entregará en un año con amenities y
unidades entre uno y tres ambientes. También Casino Tower frente a Enjoy Conrad, de
ocupación inmediata, con departamentos de dos y tres suites. En la Mansa está
Veramansa que ocupa 15 hectáreas y una relación estrecha con la playa a través de un
túnel que lo conecta directamente. «El tipo de cambio hace que para un argentino sea
más difícil acceder a un inmueble en el exterior, por eso ofrecemos una financiación en
dólares de hasta ocho años de plazo», explica Andrés Kalwill, director del Grupo Sutton,
el desarrollador del proyecto en el que el metro cuadrado arranca en US$3000. En José
Ignacio, por su parte, avanza la construcción de Casagrande en donde las unidades
parten desde los US$189.000 -valor al costo con financiacion durante el transcurso de
la obra-.

Fuente: Diario La Nación

https://www.lanacion.com.ar/2181288-todo-lo-hay-saber-antes-comprar-punta