Como lo venimos sosteniendo, el conocer las tendencias socio-culturales en cuanto a las preferencias habitacionales de la población, originadas por nuevos comportamientos y hábitos y precipitados por la pandemia COVID, originará en el empresario inmobiliario una mayor comprensión de los requerimientos y las motivaciones que prevalecerán en sus clientes a la hora de decidir un alquiler o adquisición de su vivienda. La transformación alcanzada a la conducta alimentaria; a los sistemas laborales; a la metodología de enseñanza, hace que la demanda habitacional actual no sea la misma que la preferida poco tiempo atrás. Si bien la necesidad de “un techo” para vivir es lo que prevalece, las nuevas condiciones de vida provocan que las personas tengan otros requerimientos de sus “habitat”.
Teniendo en cuenta este cuadro de situación, se observa:
Preferencia a vivir en zonas menos contaminantes provocando emigración interna de grandes urbes a ciudades del interior del país. También el desarrollo de parques industriales y la radicación de industrias y empresas de grandes dimensiones a zonas con mayores facilidades logísticas, movilizará a su personal a buscar reducción de sus tiempos de traslado.
Los espacios propuestos en una vivienda prevalecen a los m2. edificados. Los nuevos desempeños que originan particularmente el “home work”; los sistemas educativos y los requeridos para distracción (play room), dan preferencia a espacios que permitan intimidad y adecuados sectores de “estar”. Además, han evolucionado los estilos de vida de las familias, implantando otras costumbres en la preferencia de los espacios.
Crece en la población el concepto ecológico. El medio ambiente; las áreas verdes –mayor demanda de lugares con espacios abiertos – preferidas por el crecimiento de las tareas virtuales que se realizan desde el hogar y se ofrecen como espacios para actividad física. El tratamiento de residuos tanto en los hogares como en los comunitarios ganan día a día mayor atención en la población y prevalece en la expansión habitacional, asumido por los desarrolladores y constructores en los nuevos edificios, provocando tengan el menor impacto ambiental posible, relacionado al ecosistema local, utilización de materiales secos y con propiedades de sustentación. Asímismo la adaptación a la de energía renovable, más compatible con el medio ambiente. (En el año 2019 la energía solar, con 586 GW, aumentó 20%, mientras que la eólica, con 623 GW, creció 10%.). Por último, es imprescindible conocer la situación socio-económica-social y las aspiraciones/expectativas de los clientes y potenciales ocupantes de la vivienda – gravitación de los niños y adolescentes – para asesorar acertadamente en el momento de las definiciones.
Prof. Jorge Aurelio Alonso
Asesor Académico del
Instituto de Capacitación de la
Cámara Inmobiliaria Argentina